Después de casi dos meses sin grabar juntos volvemos con el curso Marco y Diego vía skype para comentar todas las noticias del cálido verano y todas las historias del abuelo que han sucedido en este verano tan especial que termina. Esperamos disfrutéis escuchándolo y os adjunto los links de todos los temas de los que tratamos en el podcast.
Creo que merece la pena compartir esta experiencia ya que creo que puede ser única y os la recomiendo desde ya a todos los que estáis leyendo este texto. No os arrepentiréis y tendréis una visión muy diferente de lo que se ve y se siente desde ahí arriba.
Un soleado día de verano en Málaga quede a eso de las 18:00 con Ignacio Gil, el jefe de la escuela de pilotos del Real Aeroclub de Málaga ya que había decidido experimentar lo que se siente al volar en una pequeña avioneta. Ignacio ya me lo dejó claro desde un principio; no íbamos a hacer un vuelo turístico para disfrutar de las vistas de la costa malagueña, sino que iba a aprender cómo se maneja una avioneta.
Nada mas llegar lo primero que hicimos fue rellenar nuestro plan de vuelo en una plantilla que tienen habilitada para ello en el ordenador del aeroclub. En esta hoja a parte de todos los datos sobre el aparato en el que vamos a volar, y el itinerario que se va a realizar hay que indicar la cantidad de combustible y un aeropuerto o aeródromo alternativo en el que poder aterrizar (para saber el tiempo máximo que vamos a poder volar en caso de una incidencia meteorológica). Este plan de vuelo lo enviamos luego por fax a la Oficina de Notificación Aeronautica ARO de Málagaque es el que va a poder velar por nuestra seguridad durante el vuelo y puede activar cualquier tipo de alerta en caso de incidencias. Vamos que en ese momento es cuando realmente valoro que los controladores son los ángeles de la guarda de todos los que volamos.
Lo siguiente que hicimos fue revisar las cartas de navegación del aérea en la que vamos a volar y donde se explica las zonas y altitudes a las que estamos autorizados a volar. Y seguidamente otra parte vital antes del vuelo es revisar el parte meteorológico más actualizado para saber no solo la visibilidad horizontal y el techo de nubes, sino el viento y la fuerza del mismo que vamos a encontrarnos.
Y una vez explicada toda esta parte nos dirigimos al hangar donde se encontraba nuestra avioneta guardada y pasamos a la comprobación del correcto estado de la misma para volar. Me ha sorprendido la gran cantidad de pequeñas cosas que hay que revisar, pero entiendo que es fundamental que todo esté revisado antes de salir a volar. Se revisan las luces, el avisador de perdida, el timón de cola, que el combustible no tenga condensación de agua, las bujías, el nivel del aceite, que no haya golpes y un largo etcétera.
La avioneta en la que volamos era un Piper 28 Warrior III con matricula EC-JUY, y una vez fuera ya del hangar nos montamos en ella e Ignacio empezó a explicarme que eran todos aquellos relojitos e indicadores que hay frente a nosotros. La verdad es que no son tantos ni tan complicados como me imaginé en un primer momento, pero todos tienen su función y la verdad es que una vez en vuelo se me hizo difícil poder mantener la atención sobre todos ellos.
Y el momento en el que me doy cuenta de que esto va a ser toda una experiencia y de que ya no hay vuelta atrás es cuando se pone el motor en marcha y veo desde la cabina las palas de la hélice girando delante de mis narices.
Lo primero que aprendo es que la avioneta en tierra se dirige con dos pedales que tengo bajo mis pies; si piso un poco el de la derecha, la avioneta virará lentamente hacia la derecha una vez eche a andar, y viceversa, ya que con ella movemos el timón de cola y la rueda de morro que es la que dirige en tierra. La palanca que tengo delante no vale para nada hasta que no tenga cierta velocidad y estemos en el aire….
Y tras la explicación de como abrimos la puerta en caso de emergencia (tragando saliva) nos vamos a la cabecera de pista conduciendo con los “pedales” y haciéndome poco a poco mas cómodo en el entorno de la cabina. La seguridad de las explicaciones y las órdenes de Ignacio la verdad es que me dan una gran tranquilidad.
Nos ponemos en cabecera de pista, ponemos a tope de potencia en motor, quitamos el freno y allí estoy yo intentando que la avioneta vaya siempre recta en el centro de la pista con los pedales, y me dice Ignacio que en cuanto lleguemos a una velocidad de 55 nudos que tire hacia atrás de la palanca de mando que el aparato sube solo.
La sensación de perder el contacto con el suelo y ver como la avioneta se suspende en el aire tras una acción mía con la palanca es única e irrepetible. Creo que es de esas sensaciones que voy a intentar repetir sin conseguir la misma emoción, pero que quedara grabada en mi memoria para toda la vida.
Una vez siendo consciente de que estamos «volando» y de que a partir de las indicaciones de Ignacio voy aprendiendo a manejar la avioneta el resto es un viaje que duro casi una hora y que a mi se me paso «volando». Fuimos desde Velez-Malaga hasta Málaga por la línea de costa a una altura de unos 300 metros (1000 pies) con unas vistas espectaculares. Hicimos una pasada junto a la nueva pista del aeropuerto de Málaga y volvimos sobre nuestros pasos no sin hacer antes alguna que otra pirueta donde Ignacio me demostró lo seguro que son estos aparatos.
Y cuando ya creía que la experiencia tocaba a su fin Ignacio me reservaba una sorpresa y era que quería que intentase aterrizar el aparato de vuelta al aerodromo. Así que una vez en línea con la pista Ignacio dice aquello de «ahora quitamos toda la potencia» y veo que las palas de la hélice se quedan girando al ralentí y que estamos planeando, y hay que ver que bien planea la avioneta. La toma ha de reconocer que fue un 50% mía y un 50% de Ignacio ya que estar atento a potencia, dirección, altitud y que en cuanto tocamos tierra hay que volver a dirigir el aparato con los pedales se me hizo un tanto difícil.
Tras el aterrizaje llevamos de nuevo la avioneta al hangar y ya descargando adrenalina y nervios se dibuja una sonrisa en mi cara que tardó muchos días en desaparecer. Ahora cada ver que veo pasar una avioneta pequeña no puedo más que recordar esas sensaciones y envidiar a los que disfrutan ahí arriba. Sé que repetiré y uno de mis objetivos es encontrar en mi vida un hueco para poder hacer el curso y poder tener la licencia de piloto que me permita disfrutar con mis amigos y familia de todas estas sensaciones.
Ya sabéis, bien en Málaga o donde os encontréis tendréis un aeroclub cercano que seguro que organiza este tipo de experiencias, y que no son caras (120€ en el caso del aeroclub de Málaga por 1/2 hora ) y que os aseguro que merecen la pena, mirareis al cielo como una parte mas de vuestras conquistas.